En A Fin de Cuentos
editamos libros ilustrados. Sin más etiquetas. Porque, partiendo de las imágenes, todo nos interesa: los libros de no-ficción, los literarios, los libros sin palabras y los que están llenos de ellas.
Por convicción, rehuimos de los textos escritos para entorpecer el conocimiento en vez de para facilitarlo, de los falsos saberes, de lo cursi, del exceso de sentimentalismo y de la falta de humor.
Queremos editar libros
tan bien hechos que la belleza del continente aporte valor al contenido. Libros que hablen a los niños y a los jóvenes con un lenguaje inteligente y accesible que les permita adentrarse en la complejidad de nuestro mundo y les capacite para reflexionar y desarrollar sus propios puntos de vista. Libros que sean siempre la mejor excusa para que padres e hijos compartan su tiempo.
Trabajamos con el afán de que, al volver la página, el lector, sea cual sea su edad, sienta que hemos estado a la altura de sus expectativas.
Porque los libros
son una parte imprescindible de nuestra herencia cultural y que la lectura puede servir para construir puentes entre personas de diferentes orígenes.
Creemos en la promoción de la lectura como una valiosa arma en la batalla contra la desigualdad.
Luchamos porque en el panorama de la edición mundial, editoriales pequeñas e independientes como la nuestra puedan tener su espacio, pues asumimos riesgos estéticos, intelectuales y económicos con el afán de dar cabida a una diversa gama de voces.