Biblioteca de clásicos (I)

Ilustración de Jacobo Muñiz

«No queda más que inventarse cada uno una biblioteca ideal de sus clásicos; y yo diría que esa biblioteca debería comprender por partes iguales los libros que hemos leído y que han contado para nosotros y los libros que nos proponemos leer y presuponemos que van a contar para nosotros. Dejando una sección vacía para las sorpresas, los descubrimientos ocasionales».  

Por qué leer los clásicos. Italo Calvino

Por Ana López

Si comienzo citando a Italo Calvino y a su (ya clásico) Por qué leer los clásicos, es porque no se me ocurre mejor manera de definir cómo debería de ser una biblioteca ideal, incluyendo sorpresas y descubrimientos ocasionales. Pero hoy no voy a hablar de esas sorpresas, sino de esos libros que han contado para mi desde que hace ya muchos años comenzaron a formar parte de mi biblioteca.

Y me gustaría hacerlo proponiendo un recorrido por una isla.

Imaginaos el mapa de esa isla, de la que diríamos que tiene forma de ballena. De hecho, si miramos el mapa con atención podremos observar que esos acantilados al sur no son sino dientes, y que el bosque tenebroso en su extremo norte se distribuye sobre un terreno con una sospechosa forma de cola de ballena. La isla, como no puede ser de otra forma, se llama Isla Ballena. Su bandera, sin embargo, no ostenta una ballena, sino un gato. Un gato en proceso de desaparición para convertirse en una sonrisa (sin gato). En Isla Ballena pueden ocurrir hasta cien cosas imposibles antes del desayuno, así que lo de la bandera es de lo más normal.

Isla Ballena está dividida por el río Támesis de norte a sur, y aunque la fantasía tiende a ocupar el área nor-noreste y el realismo se sitúa más bien hacia el suroeste, a veces se mezclan, sin que nada ni nadie pueda convencerles de que deberían estar en otro lugar. Secretos túneles la recorren, y nos permiten viajar en el tiempo y en el espacio a gran velocidad, pero para aquellos a los que no gusta estar bajo tierra, también diversos medios marítimos y aéreos permiten los desplazamientos entre las distintas zonas de la isla.

¿A quién nos podemos encontrar en Isla Ballena?  Aquí la tradición oral habita en las Montañas del Romancero, al sur, pero vuela hacia el norte convertida en cuento tradicional con El Caballito Jorobadito. Que de vez en cuando rodea la Torre de la Emperatriz Infantil, cuando le da por acercarse a los terrenos ocupados por la Fantasía. Un muro separa el Bosque de Atenas de los dominios de Oberón y Titania, y habremos de tener cuidado, porque Puck anda suelto por esos parajes. De la mano de Don Quijote paseamos entre la Ciudad y las Sierras, y sólo nos hace falta una barca para recorrer el Támesis con tres hombres (y un perro). Secuestros y aventuras nos esperan entre las costas escocesas y el Castillo de If, pero los más urbanitas siempre tendrán la opción de navegar río arriba hasta Londres, sobre todo si necesitan hacer preguntas a la policía británica, o a su más famoso detective. Desde Londres también tendremos la posibilidad de dar un salto hasta Nunca Jamás, y ¿habíamos hablado de túneles? El último visitante con prisa por volver a la zona fantástica de tierra firme afirmó haber entrado por una cierta madriguera para salir por el túnel de Madame Hortense, en Mitología, habiéndose cruzado por el camino con un pequeño trol Mumin. ¡Qué mareo! En Isla Ballena nada está quieto por mucho tiempo y has tenido suerte de que el mapa no haya cambiado de forma mientras hacíamos nuestro recorrido a vista de pájaro…

 

 

Postdata para los lectores más curiosos: estos son los títulos que viven en Isla Ballena. Muchos, afortunadamente, disponibles en numerosas ediciones. Unos, un poco más difíciles de encontrar.  Todos con un denominador común: haberme hablado cuando los leí por primera vez, continuar habitándome ahora, y mantener su validez para mis hijos, casi treinta años después.

Cancionero de romances – Joaquín Díaz / El caballito jorobadito – P. Ershov / La historia interminable – Michael Ende / El sueño de una noche de verano – William Shakespeare / Don Quijote de la Mancha – Miguel de Cervantes / La ciudad y las sierras – Eça de Queiroz / Tres hombres en una barca – Jerome K. Jerome / Secuestrado – Robert Louis Stevenson / El conde de Montecristo – Alexandre Dumas / El hombre que era Jueves – G.K. Chesterton / Sherlock Holmes – Sir Arthur Conan Doyle / Peter Pan – J.M. Barrie / Alicia en el País de las Maravillas – Lewis Carroll / El paquete parlante – Gerald Durrell / La familia Mumin – Tove Jansson

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