
«Elegí ilustrar porque me gustan los libros y porque el campo de posibilidades es infinito en un álbum ilustrado» Entrevista a Rocío Araya

Ilustración de ¡Al agua, gallinas!
La chispa para imaginar un cuento puede surgir en los lugares más inesperados. En el caso de ¡Al agua, gallinas!, surgió en una piscina, a la que había ido Rocío Araya acompañando a su hija a un cursillo de natación. La actitud dictatorial del monitor le causó tanta indignación, que decidió escribir sobre ello. Al final, tras muchas vueltas y revueltas, el cuento lo acabó escribiendo su buen amigo Pablo Albo y ella se quedó al mando de las ilustraciones, realizadas con trazos simples y depurados y dispuestas con mucha libertad. Rocío recuerda así el episodio:
Fui a un curso de natación con el colegio de mi hija, que en aquel entonces tendría unos ocho años. Me inspiro mucho. Todos esos chiquillos y chiquillas con sus gorritos y bañadores, tan excitados de ir a la piscina… me emociona la frescura de los niños, su entusiasmo… Y sobre todo, me inspiro el profesor, ¡qué era un auténtico ogro! Me indignó mucho la autoridad abusiva de su parte. Un niño fue castigado sin bañarse por tocar el agua, tuvo que estar afuera en bañador toda la hora mirando a los demás. Quise hacer un libro donde poder “vengarme”, lanzar ese ogro al agua, eso que no podía ocurrir en la realidad pero que deseaba hacer… Finalmente en el libro no es el tema central y el personaje del profe no es tan malo como parece. Pero la idea original fue esta.
-¿Por qué contactas con Pablo Albo para escribirlo?
Después de un tiempo intentando escribir, no encontraba las palabras ni el hilo de la historia y me dije, quizás otra persona las encuentre…Y elegí a alguien cuya escritura me llega mucho. Me gusta la sencillez y la profundidad de la escritura de Pablo, así como su poesía y su humor. Fue un proceso largo, con mucho tiempo de por medio y cambios, pero mereció la pena. Ambos tuvimos paciencia y perseverancia.
-¿Cómo definirías tu estilo en este libro?
Estilo bastante libre en la composición, así como en el trazo y bastante depurado.
-Los niños de la piscina, a pesar de la economía de recursos con la que están trazados, están llenos de expresividad. ¿Tienes alguno preferido?
No, la verdad es que cada uno es único. Les quiero a todos igual, de verdad. Incluso de una página a otra ya no son los mismos, como la vida misma, estamos cambiando todo el rato.
-A veces, ante el arte moderno hay esa estúpida impresión de “eso mismo podría hacerlo yo”. ¿Cuánto trabajo hay detrás de la aparente sencillez?
Bueno, en cierto modo es verdad. Hay gente que se ha animado a dibujar viendo mis dibujos pues parece fácil y en cierto modo lo es…Lo difícil es deshacerse de todos los bloqueos. En realidad, los niños ya saben dibujar cuándo son pequeños y van olvidando a medida que les vamos “enseñando”.
Pero con respecto a mis ilustraciones hice muchas pruebas, sí, miles de niños y niñas en bañador…Me ocurrió que las primeras páginas salieron rápido y después no lograba la misma espontaneidad así que tuve que seguir insistiendo hasta que me convencieron. Hay momentos más fluidos que otros en toda creación, creo.
-¿Los ilustradores piensan en quienes van a ser sus lectores al ilustrar?
Prefiero además que sea el lector que me elija a mí y no al revés…un poco al contrario que la publicidad, no intento cazar la atención de nadie. Me parece más respetuoso.
-¿Cada historia pide un estilo, unos colores?
Sí. Cada historia pide unos colores, una técnica, cada libro es una aventura diferente. No es lo mismo dibujar para bebés que para niños de 10 años… A la hora de pensar el libro en un principio, sí intento pensar para quién es. Pero después me olvido. Cuando dibujo no pienso en lo que va a pasar después porque si no, ya vienen las presiones y los condicionamientos y cómo decía antes si quieres hacer algo libre hay que huir de eso. Yo solo dibujo. Intento jugar y ser honesta.
-¿Por qué, entre todos los oficios del mundo, elegiste el de ilustrar?
Bueno, elegí ilustrar porque me gustan los libros y porque el campo de posibilidades es infinito en un álbum ilustrado. Hay un verdadero espacio para la imaginación, para la creación. También hago más cosas para variar de la ilustración y no agotarme. Hago teatro, cerámica…me gusta ir cambiando para nutrirme y descansar…
-¿Cómo crees que ha evolucionado tu estilo desde los primeros libros hasta ahora?
Los primeros libros son mucho más recargados, con mucha materia. Vengo de la pintura así que al principio eran como cuadros. Poco a poco se han ido depurando y simplificando. Me da mucha alegría ver respirar las páginas. Cosa que me costaba mucho en un principio.