
Entrevista con Emilia L. Arias Domínguez, autora de La barca de Hanielle
La barca de Hanielle, un libro ilustrado que habla sobre la migración y el refugio
En La barca de Hanielle, la periodista y escritora Emilia L. Arias Domínguez cuenta el viaje de una niña, una de tantas y tantas que se ven obligadas a arriesgarlo todo en busca de un futuro mejor. Sin embargo, las ilustraciones que acompañan al texto, realizadas por Cintia Martín, desconciertan porque narran una historia diferente: la de otra niña que pasa unas felices días de vacaciones en un crucero. Solo mirando a través de la lupa que acompaña al libro, conseguimos ver también la barquita en la que navega la pequeña Hanielle y todos los peligros a los que debe hacer frente.
Explica Emilia que esas dos historias que suceden en paralelo son un reflejo de lo que pasa en nuestra propia vida. “Nuestro sistema está montado de manera que resulta difícil para mucha gente detenernos a mirar otras realidades y entender que somos una gran familia humana, una especie en un mundo en peligro… Que tenemos que cuidarnos entre todas y, a su vez, cuidar de nuestra casa, que es el planeta».

Emilia L. Arias, la autora de La barca de Hanielle.
-Emilia, ¿qué te llevó a escribir La barca de Hanielle?
Durante mucho tiempo he sentido una gran empatía hacia aquellas personas que abandonan sus casas buscando mejores opciones de vida. Hay quién huye de la violencia, de la falta de oportunidades, del hostigamiento, de la persecución por distintos motivos… o sencillamente porque nuestro sistema económico les ha colocado en la cara del mundo a la que le toca perder en este gran casino del capitalismo. He sido voluntaria dando clases de castellano a chicos y chicas y también cuidando a criaturas para que sus madres pudieran aprender el idioma. Muchas de estas personas habían llegado por mar. Todo esto vinculado al hecho de que me hieren profundamente las imágenes de naufragios y me avergüenza la indiferencia de Europa, te hace preguntarte: ¿cómo podría explicarle esto a mis peques? Y ahí surge Hanielle, que es el nombre de una de las pequeñas que conocí en el voluntariado.
-Ya hay muchos y buenos libros para niños y niñas que abordan el tema de la migración y/o el refugio ¿Qué crees que aporta La barca de Hanielle?
La posibilidad de establecer un diálogo entre madres, padres y criaturas, la opción de observar la diferencia de privilegios… Es distinto que el viento sople fuerte si vas en un gran barco a si vas en un cayuco. Lo que quiero (queremos) con este cuento es que las personas que lean el cuento estén en esa barca, escuchen la nana de su madre y la fuerza del mar, quiero que se calcen los zapatitos de la pequeña Hanielle y experimenten ese miedo y esa extrañeza. Y que también sientan esperanza, por supuesto. Escribí el texto como un canto a la empatía, respeto y amor por todas las personas que, valientemente, luchan por sus vidas.
-En la historia no se hace referencia a ningún lugar concreto, ni al pueblo que Hanielle y su madre abandonan, ni al que llegan ¿Por qué preferiste hacerlo así?
Porque no hay un solo país de salida y no hay una sola playa de destino. Desgraciadamente, el Mediterráneo se ha convertido en una de las rutas más peligrosas del mundo y las playas de Canarias, Almería, Cádiz y Málaga han sido y son testigos de algunas de estas llegadas… Pero también lo es Libia, desgraciadamente para ellos, Italia, las islas griegas… Hay muchas rutas migratorias que implican lanzarse al mar y hay muchos países en el mundo llenos de niñas como Hanielle que recorren kilómetros de distintas maneras hasta llegar a la costa, no hay más que ver la ruta del Sahel… terrible.

Las ilustraciones juegan con las tres tintas: cían, amarillo y magenta.
-Hanielle, como nos has dicho, está inspirada en una niña que tú conociste.
Si. Era una bebé a la que conocí con apenas tres meses en Bilbao. Ella llegó a las costas del sur en 2019 en el vientre de su madre, que estaba a punto de dar a luz. En medio de una mal llamada “crisis migratoria”, a su madre le dieron ropa seca tras el naufragio y le pagaron un billete de autobús a Bilbao. Su historia era difícil. Pero también había luz en ella y en su futuro. Su madre, muy joven y muy asustada, había dado a luz sola en Basurto sin entender una sola palabra del idioma y después de meses y meses de travesía. Aquella preciosa niña a la que su madre acunaba con amor infinito estaba llena de esperanza y su pequeño cuerpo había atravesado un infierno sin saberlo. Pensé entonces cómo sería si esa pequeña tuviera la edad de mi hija y pudiera contarlo.
-Las protagonistas del cuento son dos mujeres, una madre y su hija ¿Son las mujeres especialmente vulnerables a la hora de emprender un viaje de estas características?
Sin ninguna duda. Esto no significa que sea un camino de rosas para ellos. Significa que ser mujer o niña te expone a violencia sexual, incluso esclavitud sexual o matrimonio forzoso. Conocemos las historias de aquellas mujeres que han hecho la ruta y han sufrido lo indecible en ese camino, sobre todo en el abismo de Libia que, sigo sin entender. Y Europa permite que siga sucediendo…

Es la imagen en cian la que se revela al usar la lupa.
-Has trabajado como cooperante, ¿qué experiencias guardas de aquellos años?
Aprendí mucho, lloré mucho, reí mucho y crecí mucho. Yo trabajé en Ayuda en Acción durante unos 3 años y conocí lugares distintos: desde Bangladesh y los ataques con ácido a mujeres hasta los estragos que la Lord Resistance Army dejó a su paso en el norte de Uganda: niños soldados, ablación, violaciones múltiples… Cuando salí de AeA seguí trabajando en distintos proyectos. Pasé meses en una zona desfavorecida de Lima con niños y niñas en un proyecto enfocado en educación, igualdad y asistencia alimentaria. Aún me resulta difícil no sentirme culpable por irme… Las experiencias son muchas y los aprendizajes muy variados. Y no hace falta que nos vayamos lejos. Aquí, en Bilbao, podemos hacer muchas cosas para que la vida de otras personas sea más justa. Hay mil formas.
-¿Somos una sociedad solidaria o una sociedad miope con los sufrimientos ajenos que también necesitaría una lupa para verlos como la que hay en La barca de Hanielle?
En mi entorno veo mucha solidaridad, sed de justicia social y ganas de un mundo mejor… Pero también hay una gran miopía en otros ámbitos y en otros entornos. Nuestro sistema está montado de manera que resulta difícil para mucha gente detenernos a mirar otras realidades y entender que somos una gran familia humana, una especie en un mundo en peligro… Que tenemos que cuidarnos entre todas y, a su vez, cuidar de nuestra casa, que es el planeta.
-¿Crees que libros como este pueden, a su pequeña manera, ayudar a inculcar una semillita de solidaridad en los lectores más jóvenes?
Quiero pensar que sí. Claro que sí.
-El final de la historia arroja esperanza, hay una mano infantil que se ofrece para jugar con la niña que llega. ¿Eres tú tan optimista como lo es este final?
Hay que serlo. Me gusta pensar que es posible un mundo mejor. Mi hermano suele decir que el feminismo y el ecologismo son los muros contra la barbarie… Yo añadiría el antirracismo para que quede muy claro. La única manera de mejorar el mundo es que entendamos de una vez que todas las vidas valen lo mismo. Que todas las personas que se suben a un cayuco tienen una familia, alguien… esperando una llamada.
Comments
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Historias Clásicas para Niños
El tema de los migrantes y refugiados es sumamente triste, a mí me entristece ver como algunas personas escapan de su país esperando encontrar una vida mejor y solo se encuentran con rechazo. Sin duda es un tema que deberíamos ver más a menudo en los libros y la televisión, para sensibilizarnos con el sufrimiento de los demás. Felicito a la autora por tratarlo de una manera amena para los niños, si los educamos desde pequeños serán más sabios que nosotros. El libro tiene muy buena pinta, ojalá se pueda comprar por amazon.
Teresa
Sí, es cierto. Tan triste, como habitual. Es uno de los grandes problemas que ahora mismo tienen planteados casi todos los países del mundo y, desde luego, los gobernantes no están demostrando ninguna imaginación al afrontarlo.